En una emotiva celebración en honor a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, cariñosamente conocida como «la Chinita», el santuario de San Sebastián en la Avenida Los Flamencos de Punta Arenas se convirtió en el epicentro de la devoción y la unidad entre comunidades latinoamericanas. El P. Fredy Subiabre presidió la Eucaristía del pasado 18 de noviembre en horas de la tarde, que contó con la participación de alrededor de 300 personas, creando un ambiente de profunda espiritualidad y diversidad cultural.

Esta diversidad se reflejó en la asistencia con representantes de diversas nacionalidades, incluyendo chilenos, colombianos y, mayoritariamente, venezolanos. La amalgama de culturas se evidenció no sólo en la devoción compartida hacia la “Reina Morena”, sino también en la música que acompañó cada momento de la Eucaristía. Los cantos, enriquecidos con ritmos y géneros musicales venezolanos como calipso, joropo, vals, tamborera y gaitas, resaltaron la riqueza cultural de la comunidad presente.

La solidaridad y generosidad también se hicieron presentes durante la celebración. Como parte de las ofrendas, se recolectó una canasta de alimentos que, gracias a la colaboración de los asistentes, fue destinada a una familia venezolana migrante de escasos recursos. Este gesto no solo simboliza la unión de las comunidades, sino también la respuesta concreta a las necesidades de aquellos que han tenido que dejar sus hogares en busca de un futuro mejor.

En un acto de amor y compasión, el 80 % de la colecta de la Eucaristía se dirigió a apoyar económicamente a José Sulbarán, quien enfrenta valientemente la batalla contra el cáncer en Venezuela. El restante 20 % fue donado al Santuario de San Sebastián para contribuir con sus gastos y continuar desde allí la labor pastoral en comunidad.

La jornada estuvo marcada por la alegría y la algarabía, especialmente palpable entre los migrantes quienes, de forma forzosa, han tenido que dejar atrás sus países de origen. La celebración no sólo fue una manifestación de fe hacia Dios y la Virgen, sino también un recordatorio de la importancia de la solidaridad y la esperanza en medio de las adversidades.

La advocación mariana de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, venerada con fervor en Maracaibo, estado Zulia, Venezuela, se hizo presente en cada gesto, en cada oración y en la vibrante música que resonó en el corazón de todos los asistentes. La conexión espiritual con esta figura sagrada trascendió fronteras, recordándonos que la fe es un lazo que une a las comunidades más allá de las distancias geográficas.

Que la Virgen de Chiquinquirá, «la Chinita», sigua siendo faro de esperanza y guía espiritual para todos (Andrés Zambrano).

 

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