Como todos los años, los diáconos de la diócesis de Punta Arenas renovaron las promesas de obediencia y compromiso con la Iglesia.

El día viernes 10 de agosto en la fiesta de San Lorenzo y con una Eucaristía celebrada en la Catedral por el Obispo Monseñor Bernardo Bastres Florence, se renovaron las promesas de los diáconos de la diócesis de Punta Arenas.
El obispo en su homilía señalo: “Hemos escuchado la hermosa relación del Diácono con su Obispo. Hoy, vivimos por problemas internos en nuestra Iglesia, momentos muy dolorosos, que ciertamente nos afecta a todos. La corona de Laurel, que significa Lorenzo, nos hace mirar al Maestro de Nazaret. Por ello, nuestra humillación, nuestro dolor y el desengaño que estamos experimentándolo, son parte del martirio que nos corresponde vivir y podemos unirnos así al martirio que sufrió San Lorenzo por el bien de la Iglesia y de todo el pueblo de Dios.
Hace algunos días, decía en una homilía: “que, hoy, presentarnos como cristianos católicos, significa inmediatamente que nos miran con desconfianza, que cuestionan nuestra pertenencia a la Iglesia, que nos señalan con cierta irá y nos refriegan los delitos de abusos sexual cometidos por algunos ministros.
Cada día, trato de colocarme en el lugar de ustedes, los diáconos permanentes, las religiosas, los sacerdotes y los laicos, todos los que colaborar en nuestra catequesis, en la liturgia, en la pastoral social, en distintos servicios en bien de los otros, que sufren y deben aceptar burlas por estas situaciones, que son tan contrarias al Evangelio y a Jesucristo. Si para mí, no es fácil y por último debo sufrirlas por el ministerio que he recibido, me trato de imaginarlos enfrentando la incomprensión en su familia, en el colegio, en el lugar del trabajo, en reuniones con amigos. Todo esto lo estoy viviendo con mucho dolor, tensión, cansancio y en el silencio de la oración. Estamos viviendo un gran descredito, nadie nos cree, cada día al levantarme tengo la impresión de que vendrá algo peor que el día anterior. He podido experimentar que ante tantas exigencias y expectativas que esperan de los Obispos, con sinceridad y humildad, reconozco que no cumplo con el anhelo que los nuevos desafíos nos señalan; además, sin haber sido escuchado ya me han juzgado y condenado. En este tiempo he experimentado la “desolación”, el “agobio” y el miedo en mi relación con todos ustedes.
El Papa Francisco, nos ha recordado, que volveremos a tener credibilidad y Cristo será el centro de nuestra Iglesia, si volvemos a los marginados de nuestra sociedad: los encarcelados, los pobres, los abandonados, las personas en situación de calle, los jóvenes con adicciones, los inmigrantes, etc. Esto nos recuerda lo que dijo San Lorenzo al Prefecto Romano, cuando le llevó a su presencia a los que él cuidaba: “he aquí el tesoro imperecedero de nuestra Iglesia. ¡No lo desprecies!. Más brillante que el oro y los diamantes, en sus corazones brilla el esplendor de la fe”.

Acogiendo la invitación que nos hace el Señor por medio de San Lorenzo, le pediremos esta tarde, de manera especial, por nuestros diáconos y sus familias, que la Madre del Señor, nos acompañe en este tiempo que deseamos purificarnos y centrarnos en el anuncio del Evangelio de Jesucristo el Señor
En este contexto, creo que la fiesta de San Lorenzo nos invita a profundizar en una comunión eclesial, donde cada uno aportando de los suyos podamos asumir la carta que el Papa Francisco nos ha dirigido el pasado 31 de Mayo: “Al pueblo de Dios que peregrina en Chile”.Concluyó.

Esta renovación del diaconado se realiza todos los años y consiste en renovar las promesas diaconales de obediencia al Obispo y de compromiso con la Iglesia. Aquellos diáconos casados, renovaron también las promesas matrimoniales junto a sus esposas.
Los diáconos cumplen una labor fundamental en la diócesis de Punta Arenas, puesto que además de apoyar a los sacerdotes en las liturgias, cumplen una labor de acción social y de evangelización territorial fundamental para la región.
Cabe destacar que el diácono más antiguo es Carlos Oyarzun, quien fue ordenado diácono el día 22 de julio de 1973.

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