Sor Adriana González Villarroel falleció el viernes 20 en la casa de salud de las Hijas de María Auxiliadora en Santiago. Profesora de ciencias naturales y química; pianista y artista; y una religiosa entregada a su vocación, su trayectoria y legado siguen vivos en la memoria de quienes la conocieron y aprendieron de ella: “La conocí en 1971, porque ella fue mi profesora jefe y profesora de ciencias naturales. Después, bueno, yo entré a la congregación”, recuerda Sor Fanny Dobronic Rodríguez, representante legal del Liceo María Auxiliadora, una de sus exalumnas y posterior compañera en la congregación.

A sus 91 años, tras 71 en la vida religiosa, Sor Adriana deja una huella imborrable como maestra, científica, artista y guía espiritual.

Desde su llegada a Punta Arenas, Sor Adriana no sólo impartió clases de ciencias naturales y química, sino que convirtió el laboratorio en un espacio de descubrimiento y aprendizaje significativo: “Te llevaba al laboratorio, te hacía experimentar, comprobar. Tenía todo tan organizado que te daba gusto aprender”, relata Sor Fanny.

Su enfoque práctico y didáctico formó a generaciones de estudiantes, muchas de las cuales siguieron carreras en medicina, química y ciencias. El 2007 fue reconocida a nivel nacional, a través del Premio Ignacio Domeyko, otorgado por la Facultad de Química de la Pontificia Universidad Católica de Chile, dedicado a profesores de educación media que se han destacado por su dedicación ejemplar a la enseñanza de la química y/o por obtener logros excepcionales en lo que respecta a innovación y calidad en sus métodos educativos. Exalumnas de diversas ciudades del país, dan testimonio de su pasión por acercar el estudio de la química con excelente metodología y disciplina.

Más allá de las ciencias, Sor Adriana tocaba el piano, era dibujante, pintora y bordadora excepcional, sus habilidades artísticas inspiraron a sus estudiantes y embellecieron la vida comunitaria: “Ella quería mucho el colegio, le agradaba y se dedicaba a la enseñanza de ciencias naturales, sobre todo química. Era de esas profesoras que trabajaban en el laboratorio con las alumnas, era de hacer experimentos en el laboratorio, de trabajar, de que el alumno pudiera comprobar todo y tenía su laboratorio súper ordenado. Era una persona seria, pero muy querida, porque se dedicaba 100% al aprendizaje de las alumnas. De hecho, ella tiene muchas exalumnas que se dedicaron a la medicina, a la química, y que ella siempre fue como referente”, recuerda Sor Fanny.

Una conexión especial con sus alumnas.

La conexión de Sor Adriana con sus estudiantes trascendía el aula. “Siempre se preocupó por nosotras, con paciencia y respeto. Nos daba consejos que marcaban nuestras vidas”, recuerda Johana Sylvie Araya Igor, a través de las redes sociales, ella fue su alumna entre 1990 y 1993. En una publicación emotiva, Johana destacó su gratitud por haber compartido su último encuentro con Sor Adriana en octubre pasado: “Me siento privilegiada de haberla tenido en mi vida. Sus palabras y enseñanzas siguen siendo una guía en mi actuar diario”.

Sor Adriana también se destacó por su vocación de servicio. Durante años, viajó semanalmente desde Punta Arenas a Puerto Natales para impartir clases en el Liceo María Mazzarello, enfrentándose a las inclemencias del clima y los largos trayectos para asegurarse de que sus estudiantes recibieran la mejor educación posible (Fuente LPA).

 

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